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La libertad más pura
Ahora que se nos llena la boca con el significado de la libertad, tener claro a qué nos referimos es cada vez más importante. En esas idas y venidas, ayer 3 de mayo fue el Día Mundial de la Libertad de Prensa, una de esos muchos tipos y acepciones de libertades que nos rodean. Esta pasada semana nos han quitado a quienes mejor la representaban.
David Beriain y Roberto Fraile encaraban la acepción más pura de la libertad de prensa. Encarnaban al periodista que quieres ser cuando entras por primera vez en una facultad, en el que te fijas y admiras, no por su valentía por ir a lugares remotos a cubrir conflictos, sino por su capacidad de humanizar a quien no parece tener alma y convertir en sencillas esas guerras inicialmente inexplicables para el público medio.
Ambos representaban también esa libertad de saber reconocer tus límites y encontrar al socio adecuado para poder sacar el máximo provecho a tu trabajo, uno delante y otro detrás de la cámara. Pero también demostraban la capacidad de evolución del periodista, cubriendo formatos multimedia y enfoques únicos. No era sólo las historias que contaban, sino cómo lo hacían. Ante todo, ambos encarnaban la libertad de prensa en su significado más literal, eran libres de hacer las historias que querían porque así lo habían querido, huyendo de los medios establecidos y buscándose la vida para poder demostrar que el buen periodismo sigue teniendo mucho valor a pesar de vivir en un ambiente precario y hostil. Esta semana los yihadistas piensan que arrebatándonos a David y Roberto nos quitarán las ganas de volver, pero solo han hecho más que reforzarnos las ganas de seguir su estela. David y Roberto ya no nos podrán iluminar con su faro desde el terreno, pero su luz nos alumbra ahora con más fuerza desde el cielo. D.E.P.