Omen: una experiencia psicodélica sobre brujería y la diáspora de R.D. Congo
🇨🇩🇧🇪 La religión animista y la mirada occidental protagonizan la película que Bélgica presentó a los Oscars como mejor película extranjera.
Director: Baloji
Productora: Benoit Roland
Género: Drama, Fantasía
Clasificación: +16
Duración: 143 minutos
País: R.D. Congo
Fecha de lanzamiento: 2024
Cuando sales de la sala tras ver Omen sales aturdido, perturbado, sin saber exactamente qué acabas de ver. Baloji coge tu cabeza, la mete en una batidora y hace con ella lo que quiere de tal manera que a veces te pierdes, otras te ríes y en otras prefieres ni mirar a la pantalla por la dureza de las imágenes.
Si hubiera que hacer un resumen de la película narra la vida de un hombre congoleño, Koffie, que vive en Europa y vuelve a R.D. Congo con Alice, su prometida blanca y europea, para que la conozca su familia. A partir de ahí ya se entrometen problemas familiares y la religión animista, todo desde una mirada europea.
Koffie ha estado señalado desde nacimiento por una marca en la cara que sus padres creyeron que era una señal de brujería, por lo que lo enviaron a Europa. Desde entonces el contacto es mínimo, pero él intenta volver para mejorar las relaciones. Ahora, Koffie tiene un problema y es que le sangra la nariz. Cuando lo hace sobre la frente de su sobrino recién nacido, la familia enloquece. Su propia familia le juzga porque creen que es un hechizo para maldecirle y le juzgan con una máscara de madera puesta por brujería, dándole un golpe con un hacha en esta que te hace creer que le han matado porque cae redondo.
La religión animista y las creencias de comunidades locales se mezclan con la realidad europea de quien no entiende nada. Ese choque cultural entre la religión impuesta desde Occidente y las tradiciones precoloniales se ponen en juego, pero desde un punto de vista muy europeo que demoniza lo anterior y lo lleva a lo salvaje y lo violento. Ese es para mí el principal fallo de la película, estar vista desde un punto de vista extranjero. Eso se refuerza con la hermana del protagonista, Tshala, que quiere ir a vivir fuera y es la única que apoya a su hermano.
A partir de ahi el resto de imágenes son extrañas sobre carnavales y un estilo de lucha congoleña entre dos grupos de niños que son como mafiosos, cada uno con su vestimenta y en el que uno acaba matando de un tiro a otro. Ese niño es el que acaba consiguiendo al final un ataúd para enterrar al padre de Koffie, pero más allá de eso su trama no se entiende muy bien y te hace pensar que no eres suficientemente inteligente o no conoces tanto la cultura local para comprender qué quería contar Baloji.
Esta es al final la ópera prima de un rapero convertido a director que ha llegado al Festival de Cannes. La historia de Koffie es un poco la suya. Su nombre, Baloji, en tiempos precoloniales, significa “hombre de ciencia” en suajili, pero los cristianos evangelistas en la época colonial belga lo consideraban algo de brujería, por lo que al final se acabó considerando como el demonio. Tanto es así que muchos no dicen su nombre en alto.
Es probable que en esta película quisiera denunciar ese vínculo, con la madre al final incluso pidiéndole perdón al hijo y diciéndole lo que sufrió por tener que aislarle para seguir la cultura y el qué dirán, pero no se comprende esa culpa al colonialismo si no se lee después sobre la película y acaba pareciendo una caricaturización de la religión animista y las creencias africanas.
Si quieres una experiencia un poco psicodélica y acabar confundido, esta es tu película, pero si no te digo que no entenderás nada.