Rechazo a España tras su decisión de dar el Sáhara Occidental a Marruecos
El anuncio marroquí de que el gobierno de España se posiciona de su lado para reconocer su soberanía sobre el Sáhara Occidental ha pillado a todos por sorpresa y puesto a todo el espectro político español e internacional en contra. Por el momento, lo único bueno es que Karima Benyaich, la embajadora marroquí en Madrid, ha vuelto a su puesto en la capital española casi un año después del desacuerdo por la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Gali.
El gobierno español espera que su reconocimiento cierre heridas con Marruecos y resuma la Operación Paso del Estrecho así como amaine la tensión en la frontera de Ceuta y Melilla y por la soberanía de las dos ciudades autónomas, además del conflicto por las aguas de las Islas Canarias.
Sin embargo, de momento solo ha traído que malas noticias dentro y fuera. En África, Argelia ha llamado a filas a su embajador tras tachar de "traición histórica" la decisión y pretende alargar la crisis hasta que el presidente Pedro Sánchez dé marcha atrás. De ese país España depende más que nunca del gas tras la guerra de Ucrania y el cierre del gasoducto por Marruecos. Por su parte, Gali, hace meses curándose aquí con la ayuda del gobierno, ahora acusa de traidores al Ejecutivo español. Fuera del continente, la ONU, la UE y hasta China han recordado que se debe cumplir la legalidad internacional, que pasa por un referéndum de autodeterminación acordado en 1991. Y por último, en España Sánchez ha puesto de acuerdo en su contra a todo el espectro político, desde sus socios de gobierno a la izquierda hasta la oposición del PP.
Más allá del despropósito político, económico y la mala imagen que da España cambiando de posición histórica a escondidas y tan solo meses después de aproximarse a la posición saharaui, la medida es un error histórico al ser una colonia saltándose la ley y negando el proceso de independencia a un pueblo, como dijimos en nuestra primera editorial el domingo.